sábado, 24 de septiembre de 2016

Las murallas de Feijolandia

Acabado este largo verano todo parece que sigue igual; la política española continúa, más o menos, en el mismo punto en el que estaba cuando escribí por última vez, si bien es verdad que Mariano, por fin, activó el reloj hacia las terceras elecciones, que, en mi opinión, debemos dar por hechas. Por deber, seguramente, debamos hasta celebrarlo; porque desde que el gobierno está en funciones todos los indicadores macro parecen constatar que la economía va como un tiro. Además, son pocos los políticos europeos que se pasean por Bruselas con la alegría con la que se pasea Mariano así que, creo yo, lo de las terceras elecciones no es para tanto.

Mientras tanto, Galicia y Euskadi aparecen hoy para aportar un toque de color a estos dos mesecitos de entretenida espera hasta la disolución del Congreso. Aún así, no hay que subestimar la influencia que lo que pase hoy pueda tener en la cuenta atrás hacia las nuevas elecciones. Hay quien opina que podrían incluso contribuir a doblegar al pobre Pedro Sanchez al que toda la prensa, desde hace un mes, intenta convencer de que entregue de una puñetera vez las armas, sea responsable, sea un hombre de Estado, y se abstenga patrioticamente ("la abstención patriotica"). Todo sea con tal de que España tenga de una vez gobierno para hacer un montón de reformas (¡Las reformas!) y crezca la confianza, la inversión extranjera y la publicidad institucional

En opinión de quien esto escribe, lo más interesante que pueda suceder hoy sucederá en Galicia. Todas las encuestas dan por más que hecha la mayoría absoluta de Feijoo, convertido en la gran esperanza del Partido Popular, la última mayoría absoluta del país, Feijolandia: la Numancia popular. En mi opinión, hay más partido del que pueda parecer y todo dependerá de en qué medida el votante gallego que optó por Ciudadanos en junio, que fue casi el mismo que el que optó por Ciudadanos en diciembre, persista en su voto. La ley electoral gallega obliga a obtener un cinco por ciento provincial para acceder al parlamento por alguna de las cuatro circunscripciones. El riesgo del cuatro por ciento es fuerte y Feijoo, que ha hecho desaparecer las siglas de su partido de la propaganda electoral, es muy consciente de ello y se ha pasado toda la campaña haciendo llamamientos descarados al voto útil y unos ejercicios de personalismo de auténtica vergüenza ajena.



En la izquierda, la batalla PSDG-EnMarea se presenta interesante. EnMarea presenta a un muy buen candidato: Luis Villares, cuyo gran defecto es que era, hasta hace unas semanas, completamente desconocido por los gallegos. El PSDG, por su parte, presenta a Xoaquín Leiceaga, un candidato plano cuya única baza es el apoyo de Pedro y las siglas del PSOE, ya que la mitad del partido en Galicia, la mitad más impresentable, por decirlo suavemente, no derramaría ni una sola lágrima si apareciese defenestrado en algún acantilado.

Así pues, Pedro y Xoaquín comparten destino. Si las siglas del PSOE consiguen que Leicega conserve con fuerza la primacia de la izquierda gallega o incluso (¡milagro!) que gobierne en coalición con Marea y BNG (suponiendo que el BNG sobreviva a este día) la posición de Pedro en su casa de las dagas voladoras particular quedaría, en mi opinión, asentada hasta las próximas elecciones. Si EnMarea consigue el sorpasso que pronostican las encuestas (un requiem por el sorpasso que pronosticaban la encuestas de junio) la posición de Pedro se vería muy comprometida; aunque es dificil saber si lo sería en mayor o menor medida si pudiesen formar un gobierno con EnMarea o si tuviesen que conformarse con hacer oposición. 

En Euskadi la situación tiene menos interés. El PSE no levanta cabeza desde que el Partido Popular hizo su particular ejercicio de responsabilidad y permitió que Patxi Lopez gobernara. El sorpasso está más que garantizado (de hecho, ya se produjo con toda claridad en las últimas elecciones cuando lo protagonizó Bildu) y, si acaso, la duda está en si el PP conseguirá convertir al PSE en el quinto partido vasco. Un aviso, con todos los peros que se quieran, para los que, desde dentro del Partido Socialista, hacen lobby por la abstención patriótica. Si el votante vasco no perdonó al PSE que gobernase con el apoyo del PP, ¿cúan grande podría ser el castigo del votante socialista español si dejasen gobernar a Mariano?

¿Pasaría algo, por lo demás, sí Feijolandia cayese ante los barbaros? Sería un golpe durísimo para el Partido Popular, sin duda. ¿Para Mariano? Con lo que ha aguantado Mariano, sin hacer nunca nada, no creo que fuesen a cambiar mucho las cosas, incluso les daría más munición contra CS si el "riesgo cuatro por ciento" se hiciese realidad. "Voto útil o gobiernan los comunistas".

¿Resistirá Feijolandia? En unas horas saldremos de dudas. 


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